Me cuesta un poco creerlo, pero ya han pasado 4 años desde que conocí a Benjamín en un hostal en Blenheim, Nueva Zelanda. Si alguien me hubiese dicho, en junio de 2011, que en 4 años estaría viajando por Sudamérica con el chileno que recién había terminado de cocinar lentejas para todo el hostal, hubiese dicho -¿qué estas fumando? Bueno, en el mismo caso probablemente Ben hubiera respondido -¿Anne? ¿Quién es Anne?
Bueno, entonces ¿cómo empezó todo?
Todos terminamos en Blenheim por la misma razón, el trabajo. Durante el invierno es muy fácil encontrar trabajo en los viñedos y muchos mochileros llegan ahí todos los años. Es imposible no tener amigos mientras trabajas y cada tarde es un buen momento para quejarse del día en el viñedo, compartir la cena o una cerveza y el fin de semana hacer una fiesta para olvidarse del trabajo. Un montón de amigos y a veces mas que amigos, eso fue justamente lo que pasó con Ben, terminamos siendo mas que amigos. Por supuesto sabíamos que cada uno se iría por su lado cuando el trabajo terminara, no había ningún problema ya que ambos lo sabíamos.
Así son las relaciones cuando viajas, sabes que terminan pronto y lo aceptas.
Pasaron dos meses y todo llegaba a su fin, no había mas trabajo y era la hora de dejar la ciudad. Me fui con 2 amigas a recorrer un poco el sur de la isla sur, la idea era llegar a Christchurch para vender nuestro auto y separarnos. Me gustaría contarles lo fácil que fue dejar Blenheim para empezar una nueva aventura, pero no puedo ya que lloré como bebé.
No solamente dejaba a Ben, sino que también a muchos buenos amigos, de hecho uno de los capítulos mas lindos de mi vida llegaba al final, ese invierno del 2011 en Copper Beech Backpackers en Blenheim. Honestamente pensé que seria la última vez que vería a Benjamín, lo habíamos pasado muy bien juntos y estaba triste, pero sabía que había llegado la hora de despedirse.
– The End –
Se había acabado todo, ya estaba en Christchurch preparándome para vender el auto y seguir de viaje.
Pero el clima diría otra cosa, un sábado en la mañana llovió en Blenheim.
Es re loco, pero lo mas probable es que el comienzo de nuestra relación tuvo un nexo con el clima de un día de Septiembre. Ese día Benjamín no trabajó por la lluvia, yo estaba a 300 kilómetros de distancia desesperada por vender el auto. Aquel sábado nos encontramos en Skype con Benjamín y después de un rato hablando me dijo: – Hoy no trabajo así que voy a saludarte.
Por supuesto no lo tomé en serio ¿quién conduce 5 horas para decir hola? Ben desapareció de internet y yo empecé a recibir mensajes de texto preguntándome donde estaba exactamente. Unas horas después, Ben entraba oficialmente en mi vida.
Unos días después volví a Blenheim donde estaba Benjamín, nuestra relación comenzó al revés, estábamos viviendo juntos y aun no teníamos claros nuestros sentimientos o si éramos remotamente compatibles. Por un tiempo compartimos los gastos del supermercado, el auto y hasta planificamos un viaje a Francia para que conociera a mi familia.
Empezar una relación viajando es precioso y aterrador, todo se mueve muy rápido.
¿Qué paso después? Desde que dejé Francia, mi hogar fue: mi mochila, los lugares que recorría y los que me gustaban, sin importar el tiempo. Ahora por supuesto sigue siendo eso, pero también es Benjamín y eso no lo cambio por nada del mundo
Para finalizar: Viajaron felices para siempre y tuvieron muchas visas.
Etiquetas: Viajar en pareja
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Lindo relato de amor que aun perdura, y el cariño los acompañe siempre en todos los momentos de esa bùsqueda de caminos polvorientos y ciudades de cemento con calles de asfalto, en el cual se encuentran ustedes con sus espìritu de aventura y, el conocer la gente de este planeta.