Cuando pienso en viajar, pienso inevitablemente en los encuentros, mi viaje a lo largo del tiempo ha estado lleno de ellos. A menudo estos son mis mejores recuerdos de un lugar. Después de todo, no encontré a Benjamín en una bolsa de sorpresas, pero eso es otra historia. Algunos de estos encuentros son hermosos, conmovedores, impactantes, divertidos… ¡inusuales! Decidí presentarles dos de estos encuentros, que simbolizan dos de las cosas que mas amo de viajar, primero las sorpresas que nos depara el camino… y no hablo del camino de la vida, me refiero literalmente a la carretera. Segundo, la amabilidad de los extraños que a menudo hacen que algunos lugares sean aún más hermosos.
Un Jeep en el desierto y su tuning salvaje
Además de surfistas y largas playas de arena, Australia sin duda evoca grandes extensiones de tierra roja donde crece poca hierba y la vida es bastante dura, lugar repleto de canguros. Véanlo por ustedes mismos:
Recientemente he descubierto el “Bush” australiano, el término se usa para describir paisajes de sabana, matorrales y bosques de tipo mediterráneo poco poblados. Muy pocas carreteras atraviesan el outback, el interior remoto semiárido de Australia, están son increíblemente largas y rectas, como si hubiesen sido dibujadas con una regla, uno puede conducir por horas sin ver otro vehículo o alguna construcción al costado del camino. Emús, canguros, bandadas de cuervos e incluso algunos camellos son a menudos los únicos seres vivos que se pueden ver.
Lo anterior lo vi en una parte de nuestro viaje a dedo, en la etapa Townsville – Threeways, es 1500 km desde la costa este hasta una gasolinera justo al medio de la nada, la versión australiana de un oasis en el desierto. El outback está vacío, es potencialmente peligroso y no hay muchas sorpresas.
Hasta ver esto:
Camellos que tiran un viejo Jeep en el medio de la nada. El “conductor” con una pequeña bandera “Go Australia Go!” listo para la foto. Aun cuando pensamos que sabemos que esperar en un camino largo y desértico como las del outback, este nos sorprende. La ruta nos entrega un encuentro inusual en un lugar extraordinario.
Cuando la lluvia te trae mucho mas que agua
Turquía en la primavera, hasta ahora muy soleada, por lo tanto con Benjamín no nos preparamos en absoluto para la repentina lluvia que nos sorprende en un pequeño pueblo llamado Ağlasun, punto de partida para visitar las ruinas de una antigua ciudad un poco alejada de los circuitos turísticos tradicionales, Sagalossos.
La lluvia nos tomó por sorpresa, nos refugiamos en el primer lugar que encontramos, frente a la puerta de una casa. Después de unos minutos llega la pareja que vive en la casa. Nos movemos un poco para dejarlos entrar, tratando de estorbar lo menos posible. Nos sonríen, no parecen molestos. La puerta se cierra, pero solo unos momentos ya que se vuelve a abrir. El marido nos invita a entrar, exagera los gestos mientras habla sólo turco, con Benjamín no queremos molestar, pero él insiste y le seguimos hasta una habitación, la perfecta imagen de una habitación en un típico hogar musulmán. Una gran alfombra en el suelo, en las paredes hay cuadros, pero no son imágenes, son escrituras. El lugar es cómodo, luminoso y acogedor. Estamos felices de estar ahí ya que afuera la lluvia no amaina.
Supongo que nos ofrecerán té, todo el mundo nos ofrece té en Turquía, como no amar a este país. Tratamos de comunicarnos, es difícil ya que no tenemos idioma en común, pero el ambiente es relajado. Con mímica y dibujos en un bloc de notas nos presentamos. Parecen felices de tener a dos mochileros mojados en su hogar.
Después de un momento el hombre sale de la casa, mientras la mujer entra a otra habitación. Con Benjamín esperamos a que vuelvan sin entender dónde fueron. El marido vuelve de la tienda con galletas, pan, queso tomates y pepinos entretanto la mujer, probablemente de la cocina, vuelve con té, un mantel y un par de tazas. Nos volvemos a sentar, esta vez frente a una suculenta merienda.
Una deliciosa sorpresa que nos roba una sonrisa cada vez que lo recordamos. Un encuentro inesperado y la hospitalidad espontánea y desinteresada. Cuando salimos llevaba sin llover un rato. Las ruinas de Sagalassos nos esperan, la despedida es cálida, Benjamín y yo nos vamos con el corazón lleno de gratitud por la generosidad que encontramos en Turquía. Este momento simple en compañía de esta pareja son parte de mis mejores recuerdos de Turquía.
Cuando viajas no sabes lo que te espera
Espero que estos recuerdos te hayan hecho sonreír y sobre todo que te hayan animado a salir, que ayuden a superar esa vacilación. Muchas personas sueñan con viajar, pero tienen miedo a lo desconocido, esto es completamente natural. Pero hay belleza en lo desconocido, ya sea en el corazón de Australia o en un pequeño pueblo en Turquía. Hay miles de cosas hermosas esperándote y esto es parte de la belleza del viaje.
2 Comments
Genial las historias! comparto mucho esa filosofía de las historias lindas que se comparten en los viajes! Sencillas, simples, amenas y que nos llenan de amor por el prójimo, de esperanza por un mundo mejor y aumentan nuestras ganas de viajar! Abrazo grande!
Guido Artículo reciente – Article récent Un pedacito de Alemania en Argentina. Aldea San Antonio, Entre Ríos. Traigan cerveza que polkas sobran…
Muchas gracias, para ver que el mundo en realidad es un buen lugar hay que salir y ver el mundo. A veces no basta con ver documentales de lugares y culturas increíbles, estoy seguro que hay muchísimas personas que tienen ganas de viajar, conocer y descubrir… pero, no se atreven por distintas razones, a veces esas razones no son tan reales, como las personas que creen que viajar es de millonarios. Para eso estamos nosotros, para mostrar lo lindo que es viajar y para derribar mitos.
Un abrazo grande desde Australia.