¿Acaso crecer significa renunciar a los sueños de la infancia? Al final pocas personas se vuelven bailarinas o bomberos, porque cuando crecemos nuestros horizontes se expanden, nuestros intereses cambian, descubrimos algún talento o gusto en el camino como aprender a dibujar o ser bueno en matemáticas y nuestros viejos sueños de infancia desaparecen sin remordimientos. Quizás quedan en un rincón de nuestra memoria y solo los miramos con nostalgia. Cuando era pequeña quería ser historiadora, vivir rodeada de libros, fechas y cronologías, despertar el pasado y darle nueva voz a los muertos. Tenía 6 o 7 años cuando pensé que quería hacer de mi futuro. Quería dos cosas:
- Ser arqueóloga, paleontóloga o palinóloga, pero por sobre todo quería ser arqueóloga. Me di por vencida cuando tenía 12 y una consejera (en Francia a lo largo del colegio consejeros y psicólogos dan consejos sobre los estudios y las carreras a seguir) me aseguró que no debía, que no podía elegir tal carrera. Habló sobre el campo laboral, estabilidad y los bajos ingresos. En sí mismo conceptos como estabilidad laboral o tener dinero no me importaban, pero me dio la impresión que era algo muy importante, honestamente me asusto y definió mi futuro como un adulto responsable y respetable que considera sus opciones para el futuro, crecer significa sacrificar sueños por estabilidad laboral y si es factible el mayor sueldo posible.
- Ver el mundo. Durante mucho tiempo me imaginé viajando por el mundo, pero vivir viajando no es posible ¿cierto? Con el paso de los años se convirtió en una fantasía infantil rechazada por la prudencia que nos hace mirar la vida de forma madura, pero nunca pude (o quizás quise) olvidar este sueño.
Esperé mucho tiempo por el momento que marca el inicio de mi “real” vida de adulto, cuando este llegaba mi cabeza, quizás de forma inconsciente, me empezó a jugar algunos misteriosos trucos como hacerme alérgica a cualquier tipo de papeleo, me paralizaba cuando tenía que tomar una “decisión adulta” como pedir un préstamo en el banco o contratar un seguro. Cosa que no me pasaba en ningún otro aspecto de mi vida. Simplemente no podía, en mi cabeza la niña de 10 años que siempre soñó con National Geographic se tiraba a huelga cada vez que me enfrentaba a la realidad, la de los adultos. Había asociado el hecho de ser adulto con el final de mis sueños, con una vida triste y sin sentido. Al final el momento nunca llegó del todo.
Cuando viajé a Nueva Zelanda en 2011, lo vi como una despedida a mi viejo sueño, el que nunca me había dejado. Un año al otro lado del mundo me preparaba para la vida que se suponía que debía querer, finalmente silenciaria a la niña en mi para empezar a preocuparme de mi estabilidad laboral, concentrarme en mi carrera y empezar a planificar mi jubilación. Con un poco de suerte hasta llegaría a ser feliz.
Entonces en el país de la nube blanca, Aotearoa (como los maoríes llaman a Nueva Zelanda) todo cambió, empecé a aprender mucho, estaba feliz, hasta me olvidé de ser razonable y empecé a planear otros viajes, ahí noté que manejo mucho mejor una vida nómada a una vida sedentaria. También me enamoré y decidí ver el mundo, lo que estoy haciendo.
De hecho, me decidí a seguir un consejo de Antoine de Saint-Exupéry:
Haz que tus sueños devoren tu vida para que la vida no devore tus sueños.
Y ahora, mi carrera es inexistente, mis ingresos son irregulares y a menudo bajos. No pienso en absoluto en mi retiro. Pero mi vida, es realmente un sueño hecho realidad.
1 Comment
Uf Anne, cómo te entiendo!
Me sentí identificado en cada palabra!!!
A pesar de que logré estudiar una de las carreras que me propuse de adolescente, soy profesor de historia, no es eso lo que más me hubiera gustado. De hecho aun deseo ser documentalista, viajar por el mundo filmando e investigando sobre animales, culturas y regiones extraordinarias. Pero en Argentina, por aquellos años, pensar en estudiar algo relacionado a la cinematografía era una osadía y por sobre todo reservado a aquellos que posean un dinero que nunca tuve.
Pero bueno, como sea, voy viajando lo que puedo, alternando lugares con las aulas mientras me preparo para el día en que abandone las aulas por un par de añitos. Esta entrada de hecho alienta más aun ese deseo.
Por suerte ahora somos grandes y no hay asesores que puedan decir “no hagas tal cosa”!
Te mando un abrazo y te deseo buenos rumbos!!!
Juan Manuel Artículo reciente – Article récent Sucre, la ciudad blanca (micro recorrido histórico y más)